Desde la cama divisas las nubes blanquecinas que se van adueñando poco a poco de tu ciudad. No tienes ganas de levantarte..¿y qué?? ¿desde cuándo tus ganas cuentan?
Mientras masticas tus cereales de siempre te das cuenta de que ni siquiera el desayuno es cosa tuya... Lo que realmente necesitabas eran unas tostadas con mantequilla y mermelada sin grumos. Pero no hay tiempo. De hecho, nunca hay tiempo. Y otra vez te repites que tus ganas no cuentan.
Una cosa lleva a la otra y un raro pensamiento lleva a otro aún más extraño... tú pensabas que siempre ibas a ser adolescente... Y te sorprendes con cuasitreinta.
Con cuasitreinta, sin haber dado la vuelta al mundo y sabiéndolo todo acerca de los partos con cesárea gracias a las coversaciones del trabajo.
Peeeeero, nuestra memoria, a la cual le gusta trabajar menos que al hijo de la Pantoja, nos traiciona una y otra vez. Se nos olvida que siempre hay tiempo para una segunda adolescencia. No son pocos los que a los 40 aún no han salido de ella...
La clave está en la......
..... que está a la vuelta de la esquina!