He decicido no hacerme ningún tatuaje. Y menos aún con algún significado concreto (lo del nombre de la pareja mejor ni lo mencionamos). Lo segundo lo decidí primero, y grandiosa la novedad que voy a soltar pero es que... todo es efímero en esta vida. Lo que hoy deseas recordar para siempre, con la madurez o con la mera aparición de las canas (recordemos que lo primero no sucede en ambos sexos), mañana se puede quedar en un recóndito lugar de tu mente, ahí por el lado noroeste de tu hemisferio derecho. Eso en el mejor de los casos, pues el mundo está lleno de vícitimas de sí mismos que tuvieron que tacharse esa frase que en buena hora se le ocurrió a su perversa mente. Aquí arriesgar no es ganar.
Así pues, chiquitines, todo va perdiendo sentido en este enrevesado camino que se hace llamar vida. Por ejemplo, la palabra Vintage... ¿os acordáis cuando esa palabra molaba? yo no... hace ya tanto de eso... ¡Que no! Que la ropa repleta de pelotitas de hace 5 temporadas no es Vintage! Llámalo anticuado, ajado, estropeado, arcaico. No se, se me ocurren mil acepciones.
Pero lo que peor llevo es lo de las tachuelas. O mejor dicho "tachas" (palabra de gente moderna). Antes significaban mucho para mí. Era llevar un par de ellas en mi outfit y entregarme al mundo oscuro sin contemplaciones. Ahora no tengo otra alternativa que rendirme a la melancolía viendo a las miles de falsas "dark girls" que pululan por ahí...repletas de tachas y calaveras. Hasta mi madre se ha comprado una cazadora atiborrada de pinchitos dorados. Definitivamente tengo que buscar otro estilo para causar impresión a mi YO.
No todo está perdido! hay una palabra que lleva en el candelero mucho tiempo y no se desgasta. Es más, va adaptándose a la vida moderna y cogiendo diversas formas: CHONI. Idolatramos esa palabra. Noto que cada vez alguien la escupe (la palabra eh, que a las chonis las adoramos, pues son esa herramienta necesaria que nos hacen sentir estilosas) supone una descarga emocional para su psique. Choni, chonesco, chonaca...! Qué liberación. El otro día, en la cola del cajero de Zara, advertí que había una indivídua de esta tribu urbana tan fascinante. De libro: leggins metalizados con un brillo muy generoso, tan pegados a la piel que cada vez que se los quite me imagino que se despellejará viva. Un cinturón de estos anchotes de cadera por encima de la camiseta de tono fluor. El maquillaje era digno de estudio: eyeliner pronunciado negro tizón, por supuesto hasta el infinito y más allá del rabillo del ojo. Y ¡al loro! Mi intelecto es limitado y nunca llegará a comprender lo siguiente... perfilador de labios marrón oscuro ¿? What the hell ¿? Ahora pregunta de concurso: ¿de qué color creéis que tenía el pelo la CHONACA (liberando psique)? Bingo! Rubio pollo.
Y después de esta terapia gratuita que me habéis brindado, os dejo un regalito. Un bonito tema y un plan. El miércoles cita obligatoria: Nada Surf en Donosti.
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