miércoles, 12 de diciembre de 2012

Allá en el 2013...

9 de febrero del 2013, sábado. Me despierto con los primeros rayos de sol en la cara porque ayer se me olvidó bajar la persiana. Media vuelta y a soñar de nuevo con la película tan impactante que vi anoche. Dos horas después de vegetar en mi colchón viscoelástico los párpados deciden dejar paso a los ojos para que estas vislumbren el maravilloso día de invierno que nos ha brindado el creador. Aunque el paisaje despiste con un sol radiante, el gélido suelo no engaña a mis pies, y pronto se percatan de que la primavera aún está por llegar. Corro a ponerme los gordísimos y coloridos calcetines que me compré en Estocolmo hace año y medio. Los sigo venerando. 

Voy a la cocina en busca de un copioso desayuno y... sí... esto se debe parecer al momento en el que dios exclamó "hágase la luz!". Me imagino que cada rayo de sol que penetra por mi ventana está compuesta por minúsculas partículas de felicidad que desean colarse en mi cocina, quedarse a vivir en ella por siempre. Sois bienvenidas! Aquí hay lugar para toda la luz del mundo! 

Zumo de naranja recién exprimida, café con leche con una cucharada de miel y bollos de leche con mantequilla y mermelada casera. De fondo Neil Halstead, que hoy vamos a ir al concierto. Esas pequeñas partículas se adentran por mi boca y oidos... me colman de una sensación de absoluta dicha y serendidad...

Dicen que las visualizaciones dan su fruto, y mi mente de montarse películas sabe un rato... Conclusión: en dos meses tendré este bonito amanecer en la casa de mis sueños. Una casa con grandes ventanales.










































Lo más cierto que hay en este texto es lo del concierto de Neil Halstead. Una música tranquila que combina a la perfección con mi maravilloso futuro salón.

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