El sol ha logrado introducirse en nuestra mañana tardía a través del huequecito de las cortinas. Esos rayos molestos en la cara nos avisan de que el tiempo aprieta y no vamos a llegar al desayuno. Un desayuno con sonrisas y un "Bonsoir mademoiselle", zumo de naranja, crêpes Marroquíes... Un modo dulce de comenzar la jornada. Será un largo día que seguro va a superar las expectativas...
Nuestro olfato se inunda de una mezcla de olores exóticos donde se intuyen el cilantro, azafrán, jengibre, rúcula... En otras calles predomina un fuerte olor a incienso. Los hombres nos regalan sus mejores piropos. Las mujeres nos miran de reojo o simplemente tienen mejores cosas en las que pensar. El ritmo es frenético, donde el tráfico puede suponer un gran peligro para los turistas más despistados. Motos que aparecen inesperadamente a menos de medio metro, comercios en todas las esquinas, niños que se disfrazan de inocencia para desviarte de tu camino... Y cada visión de nuestros ojos está impregnado con unas gotitas de misticismo.
Nos acordamos de nuestra querida ciudad. ¿Cómo habrá amanecido hoy? Las estadísticas apuntan a un cielo gris opaco y un viento capaz de convertir el xirimiri más inofensivo en la pesadilla más temida de los cabellos recién alisados. Es entonces cuando decidimos sacarle jugo al clima africano y hacernos ver por el entorno idílico de la piscina. Vuelta y vuelta, e incluso doloroso chapuzón en las gélidas aguas. No puedo parar de pensar en mi cámara. Me obsesiona la idea de no retratar cada rinconcto mágico de este paraiso.
Y después de alimentar nuestra piel con las vitaminas que nos brinda el astro rey llega la hora de nutrir nuestros recuerdos con nuevas gentes, nuevos lugares, nuevas costumbres... Y así salimos a callejear por las estrechas calles de Marrakech, con la mente abierta pero a la vez alerta.
Nuestro olfato se inunda de una mezcla de olores exóticos donde se intuyen el cilantro, azafrán, jengibre, rúcula... En otras calles predomina un fuerte olor a incienso. Los hombres nos regalan sus mejores piropos. Las mujeres nos miran de reojo o simplemente tienen mejores cosas en las que pensar. El ritmo es frenético, donde el tráfico puede suponer un gran peligro para los turistas más despistados. Motos que aparecen inesperadamente a menos de medio metro, comercios en todas las esquinas, niños que se disfrazan de inocencia para desviarte de tu camino... Y cada visión de nuestros ojos está impregnado con unas gotitas de misticismo.
La arquitectura Árabe me transporta continuamaente al cuento de Aladino. Y me imagino sobrevolando en una alfombra mágica el palacio de un Sultán, paseando en la noche por sus inmensos jardines repletos de jazmines y preciosas fuentes, hablándole a las estrellas desde la terraza del palacio mientras el humo de la pipa del Sultán se dispersa en la negrura del cielo.
Las ruidosas propuestas de los comerciantes nos despiertan del sueño de las mil y una noches y nos damos cuenta de que hemos entrado de lleno en el Zoco. Las tentaciones nos acechan en cada rincón de cada colorido puesto. Lo que más atrae nuestras miradas son las magníficos bolsos de cuero. Tanto que colmaremos de regalos a toda la familia, bolsos para ellos y bolsos para ellas.
Ya se ha hecho de noche en la ciudad roja y todavía son las 18:00. El sol nos ha dejado pero no así el bullicio de la plaza Jemaa el Fna. A los puestos de zumos se les han sumado los restaurantes-tenderete nocturnos, espectáculos variopintos (acrobacias, encantadores de serpientes, bailes exóticos...) y gente, mucha gente. Las mujeres de la henna siguen ahí. Han visto amanecer, han visto cómo el sol viajaba de Este a Oeste y por último lo han visto desaparecer detrás de las casas color salmón. Incesantes en su búsqueda de víctimas. Ellas sólo abandonan sus puestos cuando el último turista rezagado toma el camino hacia el hotel.
Marrakech. Olores jamás antes percibidos. La ciudad de las mil y una especies. La de la gente habladora que te envuelve con su enigmático idioma. Donde el caos es en rutina. Donde a los niños se les escapa la niñez en un abrir y cerrar de ojos. Marrakech, una ciudad donde todo es intenso, los sabores, los colores, la gente, los momentos...
5 comentarios:
Me encantaaa!!
ONDO IBILI ZARIE, EZTA? Q ENVIDIA!!!
q envidia de viaje!! oso itxura ona du denak!! la pena es que Marruecos ahora no está de moda...
Bueno, entonces, ¿hay bolsos para todos? ;)
besarkada bat!!!
Maripi, qué bieeeeeen estábamos hace una semanita... ya sabes, una al año mínimo!
Ismese!! primeran!! ya tenía tablas para regatear gracias a Turkey.
kaixo Peli! Marruecos no está de moda, la moda está en marruecos: foulards, bolsos, cinturones... jo! pues te va a encantar la bandolera que le he regalado a Iker, si no se lo pone, le diré que pa Peli.
me parece una idea muy acertada... ;)
Publicar un comentario