domingo, 30 de enero de 2011

Cuando la inspiración no llama a mi puerta, me visto y salgo a buscarla. Con un simple ejercicio, mi pluma cobra vida y comienza a llenar mi libreta de motas con palabras necias, frases imprudentes y párrafos alocados. Después, amaso toda la irracionalidad que hay en las hojas, la meto al horno, y os la sirvo calentita.

El ejercicio trata de escuchar una canción y escirbir lo que ella te evoca. Ahí va una melodía que me seduce hasta el punto del enamoramiento más sufrido. ANTONIO LUCIO VIVALDI.





Es como el principio del fin, el día del juicio final. Es el delgado hilo que une la vida y la muerte. Ese paseo por tus memorias antes de correr hacia la luz, memorias de esos momentos con el amor de tu vida. Me imagino a la muerte caminando hacia mí, y pidiendome baile, el baile que concluye con todo. El cielo VS. El infierno. Me evoca al momento de correr hacia el vacío, correr con todas tus fuerzas, y saltar hacia lo desconocido. Coger impulso y saber que no hay vuelta atrás, que ya no hay decisiones que tomar. Esta melodía es el big-bang de todas las emociones, desgarradora intensidad. Es el infinito.

La música clásica.... esa es la verdadera música. Es magia, pues tiene como base la matemática más severa y se convierte en sensaciones subjetivas. Las obras clásicas cuentan historias. Se componen de frases: preguntas, respuestas, carácter tímido, carácter violento, el drama, la dulzura.... todo esto podemos encontrar en una misma pieza.

Las obras de Beethoven por ejemplo muestran claramente el trastorno bipolar del maestro. Si nos encontramos en un registro sutil, dulce, piano... repentínamente acelerará el ritmo, pasará al fortissimo y expresará toda su irá en una frase musical. Él como nadie proyectaba las miserias de su vida en la música.

3 comentarios:

uorpel dijo...

:)

Alain dijo...

Gran post en homenaje a la musica...bai horixe!

Julen dijo...

No es fácil encontrar hoy en día gente que sepa apreciar y valorar la música clásica. Gran Vivaldi!