miércoles, 12 de mayo de 2010

Vidas ajenas


Charlotte fue una chica alegre. En el tiempo real no quedaba tan lejos la época donde las carcajadas ocupaban su vida, en cambio para su memoria aquellos eran tiempos lejanos. No se podía acordar de lo que era sentir paz. A veces lo intentaba con fuerza... pero la maleza venía de muy adentro, de sus entrañas.


Recordaba pocas cosas de su pasado. Le decían que de pequeña era una niña muy buena, de adolescente fue una niña modelo y muy buena, de joven era buena. Seguía siendo joven, pero no buena. Ni mala. Sólo desdichada. Una joven desdichada.


Pero ella no recordaba ninguna razón para ser así. No había problema alguno al que achacar la absurda personalidad que había desarrollado. Nunca había tenido ninguna discusión con nadie. Jamás. Ella prefería huir de esas situaciones. Tragarlo todo. Se tragaba sus palabras, se tragaba sus lagrimas, se tragaba su rabia y enfado. No dejaba escapar nada de eso, porque ella era una niña buena. Y ahí se había quedado toda la maleza. Clavada en sus entrañas. Clavada hasta hacerla sangrar una y otra vez, dolorosa hasta desear con todas sus fuerzas desangrarse de verdad, cruel para mantenerla muerta en vida.


Llorar hasta deshitratarse, gritar hasta perder la voz, reir hasta sentir dolor en el estómago... ESO QUE ESTÁS SINTIENDO NO ES PARA DEJARLO VIVIR EN TU CUERPO, ES PARA EXPRESARLO.

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